26 de julio de 2014

Tatequieto en Magangué


Es una emergencia social que requiere apoyo de los distintos niveles del gobierno y de las instituciones, y una solución pacífica.

Su localización convierte a este municipio en uno de los más estratégicos de la llanura del Caribe colombiano, en la confluencia de los dos grandes ríos que recorren de norte a sur el país.



Ser el centro de una subregión que conforman territorios y poblaciones de varios departamentos con una geografía compleja de agua, montaña, depresión y zonas inundables, dan a este puerto fluvial singular importancia.

Cualquier cosa que le ocurra incide en el enorme entorno de influencia y lo que le ocurra a ese entorno incide en sus dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales. En las últimas décadas ha sido destino de migraciones de millares de víctimas que abandonan las zonas rurales por el conflicto armado.

Fue el epicentro de actividades empresariales con problemas con la ley, de un modelo corrupto y criminal de hacer política y de toda una estrategia de control militar y político.

El Estado colombiano lo abandonó a su suerte, mientras que algunos de sus estamentos colaboraban con la violencia y la cooptación de la economía y los gobiernos locales por parte de las fuerzas oscuras. Magangué convertida en emporio del crimen sangra de tanto rasguño.

Su alcalde, Marcelo Torres Benavides, de manera valerosa asumió el reto de liberar su patria chica. Es un hombre de izquierda con larga trayectoria en la política nacional, estudioso y profundo defensor de la democracia y enemigo de la violencia. Encontró un Estado local destruido, sin memoria, y una ciudad en la pobreza y el caos, con problemas sociales agigantados por el desdén y la incapacidad de atender a los migrantes.

Sabe que Magangué es una bomba de tiempo. Convocó al Gobierno nacional y a los partidos democráticos a apoyar su gestión. Pero no le ha sido fácil; la deuda social histórica y los problemas del conflicto sumados a la guerra que le han declarado desde el crimen, hacen heroica su labor.

Miles de personas, un alto porcentaje víctimas del conflicto, movilizadas por terceros en retaliación por los procesos legales contra la banda criminal, han realizado cerca de 20 invasiones urbanas para vivienda. Todas al mismo tiempo en una situación que no puede ser tratada como de orden público, como muchos le sugieren al alcalde.

Es una emergencia social que requiere apoyo de los distintos niveles del gobierno y de las instituciones, y una solución pacífica. Es hora de asumir responsabilidades frente a los desposeídos. El tatequieto del alcalde a quienes quieren seguir arañando al municipio debe ser valorado y respaldado con decisiones radicales, como un gran plan de vivienda. Magangué también es importante para la paz y la Colombia del posconflicto. Eso requiere el apoyo de las fuerzas políticas democráticas que entienden su situación.

*Columnista quincenal

ALBERTO ABELLO VIVES*

PERIÓDICO DE AYER
albertoabellovives@gmail.com

Tomado de eluniversal.com.co

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