28 de julio de 2014

“Se acabó la era de comprar y vender todo con mermelada”: Claudia López

Son muchos los sentimientos y emociones que tiene Claudia López. Una, la emoción que le significa ser miembro del Senado, otro el impacto que le provoca estar sentada junto a muchos de los dirigentes políticos a quienes ha cuestionado por su proceder proclive a la corrupción o por antecedentes judiciales no claros, y también porque espera que al final de estos cuatro años en que va a estar como senadora, valga la pena haber prestado este ‘servicio político a la Patria’.


Hace una semana comenzó a legislar, en la Comisión Primera, en la que se tramitan asuntos constitucionales y de organización territorial. Ya radicó proyectos de ley.

Dice que no llegó al Senado con hambre por “comer ministro”, pero sí con afán de mostrar que la clase política tiene que cambiar, especialmente la tradicional que se deja llevar por la mermelada que ofrecen los gobiernos. Y para aclarar hasta dónde llegan sus reparos, dice que sin pena irá a donde los ministros para pedirles obras y acciones para diversas comunidades.

¿Cómo se siente ya con una semana como senadora?

Muy honrada, el 20 de julio estaba emocionada y conmovida. Porque es una responsabilidad muy grande, porque me conmueve la generosidad de la gente y porque me atortola un poco el nivel de expectativas.

¿Sintió que era lo suyo cuando empezó a ejercer?

Uno se siente un poco raro, porque es ajeno a ese espacio, no sabe su dinámica, pero también porque de entrada uno tiene que empezar a amoldarse a unas dinámicas. Por ejemplo, el 25 % de los congresistas electos aún tiene vínculos con grupos armados ilegales o con cargos de corrupción muy severos, pero los eligieron y su credencial es tan legítima como la mía. Es chocante que la sesión inaugural del Senado la presida Laureano Acuña, que es un corrupto de quinta categoría, y que el segundo día termine presidiendo la sesión Teresita García, la hermana del ‘gordo’ García. Lo digo con el mayor respeto con ellos, pero no deja de ser chocante.

¿Cómo fue estar con Álvaro Uribe en la misma condición de senadores?

Normal. No sé por qué le han puesto tanta expectativa. Él como yo siempre hemos tenido un trato personal amable y respetuoso. Entiendo la espuma que hay alrededor de Uribe y su llegada al Congreso y sé que es un hecho político muy peculiar y notorio para la fuerza mediática, pero en algún momento se tiene que ir decantando y debemos entender que estamos cien senadores iguales y que él es uno más.

¿Cree que los partidos de oposición en este Congreso serán convidados de piedra que desconocerá el gobierno?

Eso era cuando el Gobierno no tenía control político y a punta de mermelada compraba cualquier cosa en el Congreso, pero eso se acabó. Ha sido malo para el gobierno y produce un mal gobierno, como en efecto fue el primero de Santos. Así como la Unidad Nacional es variada, la oposición también va a ser variada; seguramente la del Centro Democrático va a ser mucho más acérrima, porque su apuesta es a que fracasen el gobierno y la paz. Pero hay otros, como nosotros o el Polo, que no queremos que la paz fracase, sino que haremos control político para que sea seria y estable.

No tengo interés de llegar a ‘comer ministro’, lo que tengo es interés de influir en la política pública y en que los programas gubernamentales sean serios, bien ejecutados, eso es lo que me importa. La era en que todo se compra y se vende con mermelada se acabó.

Fue muy duro el primer enfrentamiento entre el uribismo e Iván Cepeda…

Es totalmente legítimo el debate que está planteando el senador Iván Cepeda. Ese debate no se debe obviar, el paramilitarismo sigue siendo un fenómeno en Colombia, pero sí creo que el Congreso no es un centro de constancias históricas.

No nos podemos quedar sólo en los debates. El país está esperando que el Congreso dé una solución a qué tratamiento jurídico van a tener los combatientes de los grupos armados ilegales, las estructuras políticas y allegados y beneficiarios políticos de los mismos.

Es decir, el tratamiento que se les va a dar a la Farcpolítica y a la parapolítica. Lo que voy a proponer es que en la reglamentación del Marco Jurídico para la Paz se establezca con claridad que debe haber un mismo rasero de justicia transicional para los combatientes y que debe haber un mismo estándar para los parapolíticos y para los Farcpolíticos.

¿Cree que ya ‘le está cayendo el sol’ al proceso de paz que adelanta el Gobierno con las Farc?

No. Cuando uno compara con estándares internacionales, tres años de negociación y llevar cubierta más de la mitad de la agenda es bastante rápido, pero es que con toda razón los colombianos tenemos un alto grado de impaciencia, porque quisiéramos que a esta altura del proceso hubiese un desescalonamiento del conflicto y que se empezaran a sentir los beneficios de que baje el rigor de la guerra; eso no está ocurriendo. Siento que las Farc están en una lógica equivocada y deberán entender que este proceso de paz no se decide en La Habana, no se decide en el Congreso, se va a decidir en las urnas con el voto de los colombianos.

¿Cómo cree que debe ser el postconflicto?

El postconflicto no es solo cumplirles a las Farc; es cumplirle a los colombianos que han estado abandonados en las regiones, porque no hay Estado. Si queremos paz vamos a tener que echarnos al hombro, al alma y al bolsillo la construcción de ciudadanía, Estado y mercado en la mitad del país y ese es el plan que quiero ver, porque el gobierno no lo tiene.

¿Cómo le fue a Alianza Verde en la reunión con el presidente Santos?

Justamente por el contexto del país, por la paz, porque apoyamos el proceso, pero no precisamente al gobierno, tenemos que hacer un poco de innovación institucional en cómo relacionarnos con él. Lo que fuimos a decirle es que no queremos participar de su administración, no queremos tener cargos de responsabilidad política, pero queremos influir en una agenda de temas críticos para la paz y para un país incluyente.

Le propusimos crear una mesa de concertación política en esos temas, con fuerzas políticas que no están en el gobierno, pero que le apoyaron por la paz. Le dije al Presidente que no nos mande a funcionarios de quinta categoría para que nos entretengan un ratico, que de eso no se trata, sino que sea algo de alto nivel, con metodología seria y que vayamos definiendo en qué estamos de acuerdo.

¿Qué partidos estarían allí?

La gente de la Unión Patriótica, el Polo Democrático -aunque hay posiciones muy encontradas sobre cómo relacionarse con el gobierno-, Progresistas, Compromiso Ciudadano, que es otra fuerza cercana a Alianza Verde y que tiene su autonomía.

¿Por qué sería malo llegar al gobierno Santos II?

No creo que sea malo, es legítimo hacerlo en algún momento, pero la principal razón por la que no vemos posible tomar esa decisión hoy es porque realmente no sabemos cómo va ser el segundo gobierno. Si va ser como el primero tenemos profundas diferencias, por eso no tiene sentido que asumamos responsabilidad política por un gobierno cuando tenemos tantas diferencias. Si el segundo gobierno entiende que debe hacer cambios sustanciales en muchas de sus políticas, cuando los haga lo veríamos.

¿Cree que la luna de miel a Santos en su segundo gobierno le durará poco?

El gobierno debería mostrarles a los colombianos los reales beneficios de la paz para ellos, porque los beneficios para la gente de las Farc, son muchos, pero la paz tiene que llegarles a todos; por eso el gobierno tiene que decir cómo vamos a proveer justicia y seguridad pública y cómo tener un modelo de desarrollo que dé oportunidades. Segundo, tiene que formular una política de seguridad integral y que funcione. El tercer reto es lograr plantear un modelo económico moderno y productivo.

¿Con qué sectores debería arrancar el Presidente su segundo gobierno?

Le dijimos al Presidente que gobierne con el que quiera, porque no nos importa a quién nombra, la obligación del Presidente es pensar cuáles son los colombianos más capaces y mejor preparados para sacar las políticas de gobierno adelante.

¿Pero no importa que esté muy endeudado con muchos sectores?

Una de mis valoraciones del porqué no debemos participar es porque este es un gobierno pacato, que no tiene la visión estructural de cambio, que tiene un margen de maniobra política muy reducido; la verdad es que le debe la elección a la paz, pero en términos de fuerzas a una cantidad de políticos corruptos regionales y a los sectores democráticos de centro izquierda que creemos en la paz.

Tomado de http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/acabo-era-comprar-y-vender-todo-con-mermelada-claudia-lopez

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