11 de agosto de 2014

La Travesía (determinante I)



Por  Pedro Chica Quiroga

¨Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos¨ Fernando Pessoa.


Por estos días mis compañeros de tarea en los asuntos de participación ciudadana y formación política del Oriente antioqueño, oportunamente, como los analistas del conflicto y muchos centros editoriales, escriben y publican sobre retomar las agendas de paz. Y se exponen no solo por los debates que suscitan las negociaciones de los últimos tres años en la Habana, sino porque allí se ha llegado al punto crucial de las víctimas -que al decir de las experiencias de terminación de las guerras en el mundo, pone en evidencia la verdadera voluntad de acuerdos entre las partes-.



Al punto, con mis compañeros de viaje en la provincia, en su aproximación a la experiencia de organización de las víctimas y el horizonte reconciliación que recabamos cada vez -adicionado sin temores por un enfoque de desarrollo-, arriesgo este complemento: abordar el capítulo de las víctimas en las negociaciones, pone sobre la mesa por lo menos tres determinantes a saber, que debieran concretar acuerdos de paz política: la verdad; la asignación no endosable de responsabilidades; y la extraordinaria oportunidad para un nuevo pacto social.

Si avienen conmigo en esto, digamos entonces que con TODAS las víctimas, primero que nada, las FARC abanderadas de su proyecto subversivo y el Gobierno Nacional por el Estado, deben informar el histórico de sus rutinas de confrontación armada, cualesquiera haya sido la suerte de ésta. Deberán decir, a cuenta de un escrutinio público y ético, qué nos pasó. Deben contar sin ambages para luego responder, sobre las afectaciones directas y “colaterales” infringidas a TODAS las personas que no participamos del conflicto armado. Afectaciones caracterizadas ahora, y de una vez por todas, como infracciones al Derecho Internacional Humanitario y violaciones a los Derechos Humanos -conforme a las normas del ordenamiento jurídico colombiano; a las normas del Derecho de Ginebra; y a las normas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos-. Un auténtico reto, pues al final del día en la negociación, esto ya es ineludible.

En gracia de discusión, digamos que en este doloroso capítulo pudiera ser tan complejo el objetivo como el método. Las maneras de hacer honor a la verdad para el esclarecimiento de los hechos y el establecimiento de la responsabilidad en la guerra, exige no volver a pasar sobre la dignidad y los derechos -inherentes a la persona humana reza la Carta Universal-, de quienes ya pusieron la cuota más alta. Esto reclama de la sociedad y los mediadores, emplearse a fondo en sacar todo lo humano que a estos líderes políticos les asiste. Y digo líderes políticos, porque referimos la negociación como esa transición histórica y ética que debiera contener a las partes en el proceso de diálogos y acuerdos.

Finalmente -en la disertación sobre este primer determinante de la verdad-, lo que debe plantearse tal vez como buen augurio, es que cada guerra desencadena sus propios ejercicios de conciliación y construcción de acuerdos. Asunto este que suelen callar los expertos y los asesores de las negociaciones de paz, pues se quedarían sin oficio.

En esto radica la extraordinaria oportunidad y a la vez la altísima exigencia que tenemos los colombianos y colombianas como reto en la construcción de la paz; ahora con las víctimas al centro de la agenda de la Habana. Es que los pueblos del mundo, sin proponérselo y sin programarlo, están a la espera que se escriba nuestra exclusiva e irrepetible página sobre la terminación de la guerra y la construcción de la paz; y querrán saber también en esa página, qué tanta humanidad y qué tanta ciudadanía política conquistaron las víctimas y la organización social que hoy tenemos.

Creo que a eso se refieren Fernando Calle y Benjamín Cardona de la Asamblea Provincial Constituyente del Oriente antioqueño, cuando nos recuerdan que la organización social hizo conciencia de la guerra y siempre acompaña las víctimas en estas latitudes. Y que esa organización y ese acompañamiento afirman un horizonte de reconciliación hacia un nuevo pacto social y territorial.

PD. Con nuestras consabidas limitaciones en esta travesía, volveremos a exponer sobre las determinantes de la justicia y el pacto social para el desarrollo, a propósito del capítulo de las víctimas, en la negociación para la terminación del conflicto armado colombiano.

Marinilla, agosto 09 de 2014

Pedro Chica Quiroga

Asamblea Provincial Constituyente

Oriente antioqueño

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