Por Carlos Medina Gallego
Colombia definirá en las urnas, el
próximo 15 de junio, sus rutas políticas y sociales de futuro en dos
ofertas absolutamente diferentes: Una democracia neoliberal, dispuesta,
por las circunstancias, a emprender reformas sustanciales (no
necesariamente estructurales) en los ámbitos agrario, social y político
, en el marco de un acuerdo de finalización del conflicto armado y, una
propuesta neopopulista y autoritaria, que no reconoce el conflicto
social y armado
, que sigue pensando que el país lo que vive es una
amenaza terrorista y que considera que el agro se desarrolla de mano de
los grandes latifundistas, terratenientes y empresarios
agroindustriales, organizados en Fedegan, Fedepalma, la Federación de
Cafeteros, Confecamaras y en general en los gremios que representas las
elites económicas que se han enriquecido en las economías de la
violencia, la guerra y el despojo y, que se oponen a toda reforma que
tenga que ver con la propiedad, tenencia y uso de la tierra.Esta propuesta se alimenta del odio y la venganza y quiere mantener de manera irresponsable una fuerza pública en permanente guerra, con la promesa de mejores salarios y un discurso de patriotismo segregacionista y fascista.
Nada tiene que ver este neopopulismo autoritario con el populismo clásico en relación con sus propósitos fundamentales y determinantes: El neopopulismo, es coincidente y se articula perfectamente a las lógicas y desarrollos del modelo neoliberal, privatizante y aperturista, de la era de la globalización. El populismo tradicional, por el contrario, persistió en la construcción del Estado-Nación, el desarrollo económico hacia adentro y el redistribucionismo.
El Neopopulismo Autoritario se sostiene sobre la demanda de grandes sacrificios a la población en materia de libertades y bienestar con el propósito de hacer los ajustes necesarios para superar las supuestas crisis económicas y sociales desde las cuales nutren sus imaginarios de captura social e institucional de la democracia, a la vez que adelanta procesos de privatización de los servicios públicos, educación, salud, vivienda e impone pesadas cargas tributarias a sectores mas desfavorecidos. El Neopopulismo Autoritario retira al Estado del escenario de la participación económica directa, mediante la privatización y la entrega de los recursos estratégicos de la nación, al capital internacional a través de las empresas trasnacionales.
El Neopopulismo Autoritario lejos de ampliar los espacios de participación democrática en la toma de decisiones de la población los reduce a una particular forma de “democracia capturada y delegataria”. El neopopulismo desconoce las organizaciones sociales y sindicales y se despreocupa del fortalecimiento de la sociedad civil preocupándose más por la construcción de una ciudadanía electoral y una opinión publica capturada.
El Neopopulismo Autoritario minimiza las contradicciones sociales y se plantea la convergencia de intereses antagónicos al servicio del capital, la armonía entre el capital y el trabajo, la necesidad y la abundancia, la acumulación y la pobreza con un discurso que hacen aparecer como benefactor y asistencialista.
Los lideres neopopulistas -autoritarios son productos resultantes del marketing y la massmediatización política, sometedores mediáticos de la opinión pública, sus procesos se sostienen con políticas autoritarias, represivas y excluyentes que venden en la envoltura de la seguridad y la democracia.
El Neopopulismo surge en un contexto de crisis de representatividad política y de pérdida de liderazgo de los partidos tradicionales como supuestas alternativas a los problemas económicos, sociales y políticos de la nación y se erigen como una amenaza a la democracias en cuanto las capturan a través del vaciamiento del discurso político que adquiere la forma y elasticidad de las demandas sociales con la certeza que nada de lo prometido NO es de obligatorio cumplimiento.
El Neopopulismo Autoritario es una de las formas que asume la “democracia” en la era del neoliberalismo y cuya característica es la desaparición del contenido ideológico de la política, la descomposición y atomización de los partidos e identidades tradicionales, la irrupción de nuevos sistemas de intermediación en las relaciones políticas entre dirigentes y dirigidos, representantes y representados, gobernantes y gobernados.
La característica particular de este modelo como de todo populismo, es que se erige sobre la figura de un lider carismático, en nuestro caso el expresidente Uribe Vélez que hace de su pensamiento una doctrina capaz que encontrar enceguecidos, dogmáticos e intransigentes seguidores dispuestos a cualquier cosa por él.
Colombia esta bajo la amenaza de este modelo de Neopopulismo- Autoritario que representa el Zuluaguismo –Uribista, el centro democrático y sus aliados que de llegar al poder político no solo buscarán permanecer en él, sino, transformar y colocar a su servicio, toda la institucionalidad democrática, cerrando espacios de participación y fortaleciendo las condiciones de existencia de las élites emergentes cuyos orígenes están en las prácticas de violencia paramilitar, el narcotráfico, el crimen organizado y la mafia.
El próximo domingo, 15 de Junio, Colombia se juega un futuro que por donde se mire es incierto… y seguramente, muchos llegaremos a la urnas a tratar de salvar un proceso de paz que nunca en la historia del país había llegado tan lejos en materia de acuerdos y de posibilidades reales, ahora que el ELN anuncio la existencia de un escenario exploratorio de conversaciones, de ponerse fin al conflicto. Mi voto no tiene nombre, mi voto es por la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu opinión, todas son válidas en el marco del respeto.