13 de diciembre de 2014

Balance del compañero Gustavo Petro al frente de la Alcaldía de Bogotá



Entrevista de El Tiempo.

Una “revolución”. Eso es lo que siente que ha hecho el alcalde Gustavo Petro al frente de Bogotá, justo cuando se alista para entrar en el último año de su gobierno. Una “revolución” que, a su juicio, tardará tiempo en ser comprendida. “Las cosas que hemos hecho serán más valoradas con el paso del tiempo. Así ocurre con las grandes transformaciones”, explica el mandatario, en entrevista con EL TIEMPO.

¿Cuál es el balance de su gestión?

Los indicadores son positivos en salud, educación, integración, empleo, entre otros temas. Bogotá tiene la menor tasa de pobreza de su historia, la más alta tasa de ocupación, hemos reducido el déficit hospitalario y avanzamos hacia sistemas educativos y de salud de mucha mayor calidad.


En el eje de adaptar la ciudad al cambio climático fue donde mayores problemas tuvimos, por la suspensión del POT. Tenemos unas empresas públicas que, comparadas con el pasado, están dando las mayores rentabilidades. Además, no existe una investigación en contra del alcalde por corrupción y la mayoría de nuestros funcionarios pasan la prueba de la transparencia.
¿Pero cómo interpreta que en Bogotá se haya desplomado el nivel de satisfacción de la gente con su ciudad?

La encuesta de Felicidad que hizo la Alcaldía, y otras dedicadas al tema, muestran que las ganas de querer vivir en Bogotá son altísimas. Eso es porque la ciudad presenta el segundo índice de calidad de vida, y nos gana Bucaramanga por poco. ( El alcalde Gustavo Petro, con favorabilidad del 49 por ciento). 

Otra cosa son los niveles de pesimismo y optimismo, que son más coyunturales. Primero tuvimos la crisis de la corrupción (en el gobierno de Samuel Moreno) y una caída abrupta de la confianza de la ciudad en sí misma y en sus instituciones. Luego, vino el sectarismo político y provocó otra crisis, con la destitución del Alcalde. Eso junto genera una atmósfera de pesimismo muy grande que hay que derrotar.

Alcalde, muchos señalan que en estos tres años la ciudad se paralizó y no logró avanzar

¿Cómo puede decir alguien que se paralizó Bogotá si la tasa de empleo es la más alta de toda la historia?

¿Usted cree que va a poder terminar su gobierno?

Eso esperamos y esa es la apuesta. El plan de gobierno está en plena ejecución y el año entrante tendremos mejores resultados sociales. (Lea también: Ponencia en Consejo de Estado mantiene a Petro en el cargo )

Se está a la espera de decisiones en el Consejo de Estado. ¿No teme que la destitución quede en firme a comienzos del próximo año?
Eso dejémoslo en manos del Consejo de Estado, no gobierno pensando en que me voy a ir al otro día.

¿Qué ha cambiado entre el ‘Petro senador’ y el ‘Petro alcalde’?

Desde el punto de vista político, siento que hemos podido hacer una revolución en muchos temas y en el Congreso solo la mencionábamos. Desde el punto de vista personal, a pesar de que en el Congreso fui perseguido y vivía entre escoltas y blindado, con muchos intentos de asesinato, sobre todo en los últimos 10 años, ha sido más difícil la Alcaldía.

¿Por qué?
Aquí no hemos recibido el ataque armado de quienes combatíamos desde el Congreso, sino el ataque moral permanente para mostrar a un Petro incapaz, inepto o corrupto, que es peor.

¿Usted qué errores reconoce como gobernante?
Varios. Tenemos un grave problema en educación superior. Ahí queda un bache. Lo mismo ocurre con el Banco Muisca (para los pobres), que tenía como objetivo financiar la economía popular. Fue negado dos veces por el Concejo y es un problema que queda. Por otra parte, aún no podemos saber si se levanta la suspensión del POT y hay un verdadero galimatías jurídico alrededor del tema. Quienes querían destruir ese plan no lo lograron, pero tampoco nosotros pudimos ponerlo en vigencia y ese es el peor de los mundos porque nadie sabe qué va a pasar.

Si hoy arrancara nuevamente su Alcaldía, ¿qué corregiría?
Hay un terrorismo en el Estado que surge a partir del chantaje. ‘Te aprobamos el metro, pero entréganos cupos del presupuesto’, dicen. Ese presupuesto se lo roban. Al final usted tiene miles de empleados aterrorizados y en medio de una presión entre un alcalde que quiere cumplir su plan y una reacción política que quiere impedirlo a toda costa. Eso ocurre no solamente en Bogotá, sino en todo el país.

La mayoría de los gobernantes se pliegan a la corrupción y la perpetúan, y nosotros aquí la resistimos. El miedo se constituye en el peor enemigo del progresismo en una administración. Cuando miles de funcionarios observan que sacan al Alcalde por una política pública (el aseo), generalizan el temor y congelan el Distrito.

¿Siente que estaba preparado para ser alcalde?
Sí, claro, venimos debatiendo los temas de la ciudad desde antes del siglo. Nuestro interlocutor preferido era Peñalosa y aquí, entonces, hay dos modelos de ciudad que se discuten desde hace 15 años. No llegamos a improvisar, esa es una de las acusaciones más injustas que se nos han hecho.

Pero usted qué piensa de la frase ‘Petro fue un excelente senador, pero un mal alcalde’. Se la he escuchado a varios amigos suyos
Nunca vas a tener un alcalde donde todo el mundo diga que es bueno. Eso no existe. Las cosas que hemos hecho aquí serán más valoradas con el paso del tiempo. Así ocurre con las grandes transformaciones.

¿No cree que se desgastó en demasiadas peleas y perdió tiempo para gobernar?
Miremos dónde están los grandes apoyos del Gobierno. En la juventud y en los sectores populares. La clase media a veces estuvo con nosotros, a veces no, y nunca estuvieron con nosotros los estratos altos de la sociedad bogotana. Alguien dirá que el alcalde es para todos, del estrato 1 al 6. En una transformación, eso no es tan posible.

De otro lado, el Concejo decidió una coalición mayoritaria que, según confesiones, fue inspirada por el cartel de la contratación y eso nos puso en una situación tensa y el Concejo no fue capaz de superar eso. La relación con el Gobierno Nacional tuvo altibajos, pero en general ha existido una buena comunicación.

¿Qué piensa de los escándalos que rodean a la familia de su esposa?

Tengo hermanos, hijos, padres, y ¿cuál hecho de corrupción han mostrado de ellos, que son mi familia? Para tratar de mostrar manchas en la Administración, ustedes han tenido que recurrir a círculos de parentesco alejadísimos.

El dueño del lote en el humedal La Conejera es el papá del esposo de la hermana de mi esposa. Ustedes tienen que llegar allá para tratar de poner un tipo de cuestionamiento de transparencia del Alcalde. Nunca han podido con mi propia familia.

Al ir hacia círculos cada vez más alejados, pues obviamente yo no tengo ningún tipo de control. Lo único que he podido hacer es declararme impedido para que nadie considere que decisiones mías afectan un tema que, supone la prensa, es de allegados. Ustedes no pueden mostrar una sola acción de la Administración que favorezca intereses particulares no solo de mi familia real, sino de los círculos de parentesco a los que han llegado.

Además, en La Conejera, le tengo que confesar que me hiere personalmente sentir que los jóvenes piensen que soy un enemigo de ese humedal, cuando llevamos 15 años defendiéndolo.
Usted suele calificar de mafiosos a todos aquellos que lo critican.

¿Qué critica admite?

Esa es una forma de vulgarizar la palabra mafia. Dicen entonces que Petro le dice mafioso a todo el que lo critica. Eso no es cierto. Le he puesto la palabra mafioso con nombre propio al ‘Gordo’ García, ‘La Gata’, Salvador Arana, Mancuso, Castaño, el hermano de Uribe, los señores de Norte de Santander y, fuera del paramilitarismo, a los del cartel de la contratación.

No hay un solo caso de mis debates donde alguien haya ganado sus demandas de calumnia o injuria en contra mía. Todos están presos. He notado en la oposición al gobierno de la Bogotá Humana que creen que somos iguales a ellos o al gobierno de Samuel. Usando mis mismos métodos investigativos, creen que van a encontrar el gran peculado, la gran relación que permita demostrar que Petro es un corrupto. Cuando llegué a la Alcaldía me juré a mí mismo que aquí no se roba un peso y por eso se estrellan.

¿Qué críticas admite?

Todos quisieran que el hueco de su calle se tapara. Las críticas sobre TransMilenio son razonables, cualquiera sabe que meterse a esos buses tristes en hora ‘pico’ representa una tragedia ciudadana.

Peñalosa dice que eso es culpa de una mala administración. No. Puede que haya malas administraciones, pero el problema es estructural. Unos buses de esos tamaños ya no dan la capacidad de movilidad en una de las ciudades más grandes del mundo. Por eso, la alta capacidad de transporte tiene un nombre: el metro.
¿Cuál ha sido hasta ahora su momento más difícil en la Alcaldía?
Los primeros meses de este año (por la destitución). Nos paralizaron.

¿Usted cree que es posible que la izquierda pueda seguir gobernando en Bogotá?
Las encuestas dicen que sí. El hecho de que la mitad de la población esté apoyando a este gobierno le da una base sólida a cualquier propuesta de la misma familia para seguir gobernando. Pero el tema está en que puede haber izquierdas que destruyan este modelo de ciudad, y puede haber derechas que congenien más con nosotros. Por eso, antes de hablar de ‘izquierdas o derechas’, tenemos que hablar es de paradigmas democráticos de la ciudad.

Finalmente, ¿qué cree usted que diría el senador Petro del hoy alcalde Petro?
Que debió profundizar más en las transformaciones...

YESID LANCHEROS
Redactor de EL TIEMPO
Twitter: @YesidLancheros

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