8 de septiembre de 2014

Ante amenazas en el Bajo Cauca, periodistas se unen



Héctor Javier Barrera Palacio 

seguridad@elmundo.com 
Debido al asesinato del periodista Luis Carlos Cervantes y a las constantes amenazas contra ocho colegas del Bajo Cauca, el pasado sábado, un grupo de 40 periodistas se desplazaron desde Medellín hasta esa zona para reflexionar y marchar por la libertad de prensa.

En las horas de la mañana se hizo una jornada académica, en la que además de solidarizarse con los ocho periodistas más amenazados del Bajo Cauca y quizás de Colombia, también se aprovechó la ocasión para debatir sobre los peligros que ellos enfrentan. “Me les quito el sombrero, porque trabajan con todas las circunstancias en contra”, decía José Guarnizo. En medio de la discusión, Óscar Martínez Montero, director de Transmitir, red que agrupa a un gran número de periodistas del Bajo Cauca antioqueño, aseguró que para la Unidad Nacional de Protección, las intimidaciones contra el periodista parecían tener fecha de vencimiento. Por eso, sus dos guardaespaldas ya no estaban con él.



La única vigilancia que tenía era la de tres hombres que después de cuatro años de intimidarlo, callaron sus denuncias con varios disparos, cuando regresaba de Montería a visitar a su familia en Tarazá. Ese caso y el de Esteban Vanegas, fotógrafo del periódico El Colombiano, quien fue agredido por agentes del Esmad el pasado 1 de mayo, en medio de la marcha del Día del Trabajo, son las agresiones más recientes contra la libertad de prensa en Antioquia.

Esos atentados despertaron, por fin, la solidaridad y la unión del gremio periodístico, que viene manifestando su inconformidad por la brutalidad de algunos miembros de la Fuerza Pública, además, a la Unidad Nacional de Protección, a la Gobernación de Antioquia y a la Alcaldía de Tarazá, ya que ninguno de ellos le brindó protección al periodista Luis Carlos Cervantes, quien casi suplicando, pasó por todos esos lugares pidiendo auxilio.

“Estamos hablando de un periodista que tocó todas las puertas estatales y no fue protegido, aun sabiendo que sobre él habían casi 30 amenazas”, se lamentaba José Guarnizo, presidente de la Asociación de Periodistas de Antioquia, APA.

“A pesar de que el Estado colombiano se quiera lavar las manos, él es el responsable de la muerte de Cervantes”, aseguraba Óscar Martínez, quien agregaba que desgraciadamente, era la primera vez que en el Bajo Cauca asesinaban a un periodista, producto del conflicto y de la negligencia estatal. Eso, a pesar de que siempre han tenido la gallardía para denunciar los múltiples problemas que enfrenta esa región: narcotráfico, minería ilegal, bandas criminales y parapolítica. 


Un periodista acechado por la muerte
Leiderman Ortiz, director del periódico La Verdad del Pueblo en Caucasia es hoy el periodista más amenazado. Cuando llegó la hora de su intervención ante los colegas, lloró. Ellos lo abrazaron. No era para menos. Debido a sus múltiples escritos en los que ha denunciado los nexos entre los políticos y los bandidos que operan en Tarazá, Caucasia y Cáceres, hoy vive en una casa blindada. Además, tres guardaespaldas lo protegen en todos sus desplazamientos por la zona.

“El Bajo Cauca antioqueño vivió una guerra de granadas, no faltaban tres o cuatro explosiones diarias. Una vez me tocó ver una niña afectada por las esquirlas, su cuerpo sonaba como el roce de dos bolas de cristal. Yo sacaba los bandidos que hacían esos atentados en primera página. Gracias a eso, se emitieron órdenes de captura contra ellos.

Por eso, a mí también me tiraron una granada, en esa ocasión no me pasó nada, pero sentí impotencia. Sin embargo, cuando me enteré que mataron al colega Luis Carlos Cervantes, confieso que me dio miedo. A pesar de eso, y de que capturaron a dos sicarios que estaban esperando a que saliera de mi casa para matarme, no me callo, sigo en la lucha, porque amo el periodismo”, narraba Ortiz a sus colegas. 

Unión que fortalece 
El 17 de diciembre de 1986, dos sicarios asesinaron a Guillermo Cano Isaza, director de El Espectador, cuando salía de las instalaciones del periódico. En rechazo por el crimen, al día siguiente la prensa no circuló, la radio y la televisión dejaron de emitir sus señales, hubo un rechazo conjunto de todos los periodistas colombianos de la época.

Desde aquella ocasión no se veía la unión y la solidaridad entre los periodistas, a causa de los crímenes y las constantes amenazas contra algunos de ellos. 28 años después, un grupo de periodistas antioqueños se veía unido en torno a la tragedia que empañaba la profesión, en especial, en el Bajo Cauca. Sin embargo, surgieron autocríticas a  la labor de los periodistas: ¿por qué el gremio, teniendo los medios disponibles, no hizo la bulla suficiente antes de que mataran a Cervantes? ¿por qué no se emitieron alertas por radio, prensa, televisión y por internet? Quizás con ello se hubiera evitado el trágico desenlace.

Quizás los organismos competentes habrían tomado los suficientes correctivos preventivos,  y los periodistas no se hubieran unido en torno a la muerte, sino que más bien, habrían festejado que pese a las amenazas, el afectado estaría vivo, fue una de las reflexiones que dejó Joan Camilo Hernández, periodista del Instituto Popular de Capacitación, IPC.  “Cuando se amenaza a un periodista, se amedrenta a todo el gremio.

Por eso, es necesario entender que solos no podemos contra aquellos que agreden el derecho a que los ciudadanos conozcan la verdad. Unidos es más difícil que nos callen”, resaltaba Fernando Cifuentes, periodista de Hora 13 Noticias. En América Latina, solo Costa Rica y Uruguay no tienen problemas de libertad de prensa, Colombia y México son los más amenazados por los poderes legales e ilegales, recordaba Jaime Alberto Vélez Villa, exdecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia. “Los periodistas hemos sido muy buenos para defender los derechos de los demás, pero pésimos a la hora de hacer valer los propios”, decía Cifuentes.

Al final, quedó como conclusión que el asesinato de Cervantes sirvió para mantener viva la profesión, para unirse como periodistas, porque cuando se juntan todos los miedos, se transforman en fortaleza.

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