7 de septiembre de 2014

El Centro al que se enfrenta el refuerzo policial



Redacción EL MUNDO

Al lado del Hotel Nutibara había una patrulla con dos policías. Frente a ellos, una tanqueta, y a su lado un grupo de hombres del Escuadrón Móvil Antidisturbios. Están allí hace quince días, debido a que existen rumores de que algunos vendedores ambulantes pueden alterar el orden público, por los frecuentes operativos de control que contra ellos viene realizando el personal de Espacio Público. 

Una empleada de un hotel aledaño a la Plaza Botero cuenta que en el día la seguridad ha mejorado. “Se ven policías”. Pero que después de las nueve de la noche, ella debe abandonar su puesto con otra compañera. Ambas salen corriendo a coger su transporte a la Estación Parque Berrío del Metro. Su afán es porque a esa hora los policías que estaban de día son reemplazados por los amigos de lo ajeno, que llegan al turno de la noche. 
“En una semana me tocó ver cómo a tres personas las atracaban con navajas, a mí me han seguido. Además, la carrera 51, en especial el trayecto que lleva de la estación Parque Berrío hasta la de Prado del Metro, es intransitable a cualquier hora”. 
Edwin Alexánder Jiménez es uno de los vigilantes del Hotel Nutibara. Él habla acerca de la efectividad de la línea 123 de la Policía. Normalmente ha presenciado atracos entre la una y las tres de la madrugada, y asegura que cuando marca a ese número de emergencia la respuesta es casi inmediata: “en diez o quince minutos está llegando una patrulla o la motorizada”. El guarda indica que en la noche sí hay vigilancia policial, en la zona comprendida entre el Parque de Berrío, la Plaza Botero y el mismo Hotel Nutibara: “lo que pasa es que no hay policías fijos en un punto sino que pasan en moto, dando rondas. Sin embargo, el ladrón sabe los momentos en los que puede hacer sus fechorías. Más de una vez me ha tocado ver cómo algunos vendedores ambulantes les esconden las armas, ese es uno de los motivos por los que Espacio Público los quiere sacar de aquí”. 

Policías chateando 

Tejelo es un callejón famoso por la venta ambulante de frutas, verduras y pescado. Una de las vendedoras del lugar cuenta que hace ocho días la misma gente cogió un ladrón. Le había quitado el celular y los objetos personales a una niña que pasaba por el sector. Estaba a punto de ser linchado por la comunidad y en esas llegó la Policía y se los quitó. 
“Acá no lo empelotan a uno de milagro, pero da uno la espalda para cogerle algo al cliente, y en esas aprovecha el ladrón y se le lleva a uno las cositas”. Cuando se indaga sobre su percepción acerca de la labor de la Policía, dice: “Ellos sí se ven por ahí, pero ‘lolean’ mucho, se la pasan hablando o chateando por los celulares. No están concentrados en su deber. Hace poco un tipo sacó una caleta con droga, sin saber que a sus espaldas estaban los uniformados. Cuando se volteó los vio. Se asustó, pensó que lo habían pillado, pero nada, estaban tan distraídos con esos aparatos, que el jíbaro les pasó por el lado y ni lo vieron”, cuenta, algo temerosa la vendedora, que por obvias razones omite su nombre, e insiste en que la Policía sabe de la existencia de la olla de vicio en el lugar, pero no hace nada. 

La bolita de ladrones

Pese a las frecuentes quejas, EL MUNDO había pasado por El Raudal, por la Plaza Botero, por la calle Colombia con Carabobo, y en todos esos lugares había gran cantidad de policías, grupos de diez y hasta quince en cada sector.
Uno de los vigilantes que rondaban por la calle Colombia con Carabobo contaba que allí había grupos organizados de raponeros, que se especializaban en el cosquilleo, aquella modalidad de robo en la que le meten la mano al bolso, al bolsillo y la víctima ni cuenta se da. “Ese problema ha disminuido, pero no quiere decir que se haya acabado. Como ven que ha llegado tanto policía e, incluso, Ejército a la zona, simplemente cambian de lugar”. 
Hay otra modalidad de hurto allí, y quizás en muchas partes del Centro de Medellín. A la víctima no le ponen un cuchillo, ni un arma para intimidarlo. Son mucho más astutos, maniobran con la ignorancia de las personas. Se trata de un juego conocido como ‘la bolita’. Hay un líder que es el que mueve la bola de un tarro a otro. A su lado hay varias personas que supuestamente son jugadores, pero lo cierto es que son del mismo combo. Juegan y supuestamente ganan dinero. Al ver eso, los incautos que se detienen a mirar, creen que es fácil ganar plata y entonces apuestan. Cuando han pagado, uno de ellos distrae al jugador y el que tiene la plata se vuela. También tienen campaneros que les avisan para huir cuando la autoridad está cerca. El vigilante cuenta que las horas más apetecidas para los raponeros y los de la bolita son entre las 11 de la mañana y las 2 de la tarde. Después de las 4 de la tarde también hacen su agosto, justo cuando los policías que frecuentan la zona se han ido o han bajado la guardia.   

Tres campos de acción

Según Luis Fernando Suárez, vicealcalde de Gobernabilidad de Medellín, el pasado martes llegaron a la ciudad 200 uniformados de la Unidad de Intervención de la Policía Nacional, Unipol. Desde ese mismo día los organismos involucrados se reunieron para definir el plan de trabajo con este nuevo personal, que entra a reforzar la seguridad en el Centro de Medellín. Allí estaban las secretarías de Seguridad, de Gobierno, personal de la Sijin y del Gaula.
Determinaron trabajar en tres campos. El primero de ellos es reforzar los 66 cuadrantes existentes en la Comuna 10, La Candelaria. “Van a realizar un trabajo de disuasión, prevención y cuando se presente cualquier delito, de intervención”. El segundo es el control a la invasión del espacio público. Para este trabajo la Alcaldía destinó 300 defensores de la Subsecretaría de Espacio Público que laboran en llave con funcionarios de gestión territorial, la idea es que estos últimos identifiquen los problemas de inseguridad en cada zona del Centro. Por ejemplo, si alguien está montando una chaza en un lugar prohibido, de inmediato emiten alertas a los funcionarios de Espacio Público y estos intervienen con la Policía. 
Otro componente de este trabajo, es el control al parqueo indebido que afecta la movilidad. El funcionario emite una alerta si ve carros mal parqueados y al instante aparece personal de la Secretaría de Movilidad, aplica un comparendo o, en otros casos, se lleva el vehículo en una grúa.
Las autoridades han identificado que algunos habitantes de calle son utilizados por la delincuencia como consumidores o vendedores de drogas. Por ello, otra vertiente de trabajo sobre el espacio público es su traslado al Centro de Protección a la Vida.
Otro enfoque de las labores serán los operativos focalizados en diversos sectores. En cualquier momento los organismos de seguridad intervendrán un espacio. Para ello, se juntan 100 personas de la Policía, 100 de Espacio Público, y un número indeterminado de funcionarios de la Secretaría de Salud. Se hace control a la venta de licor, que no vaya a ser adulterado. Pruebas de alcoholemia. Verificación a la higiene de los locales de comida, etc. 
Suárez cuenta que los sectores que recorrió EL MUNDO: Plaza Botero, El Raudal, Parque de Berrío, Tejelo y la calle Colombia con Carabobo, justamente son los que los 200 uniformados de la Unipol están interviniendo: “Hace quince días no se podía transitar por los alrededores del edificio Miguel de Aguinaga, estaba lleno de vendedores ambulantes. Hoy pueden ver esa zona y está despejada”, asegura. Debido a ese control, recientemente hubo disturbios, pero fueron reprimidos por el Esmad, que sigue apostado allí, muy cerca, al lado del Hotel Nutibara para evitar cualquier posible reacción de ellos. 
Un tercer campo de operaciones será el Grupo de Tareas Especiales. Está conformado por unos fiscales y por Policía de la Sijin y del Gaula. “Su principal tarea será capturar y judicializar a los delincuentes, y a los cabecillas de las organizaciones criminales que operan en el Centro de Medellín, involucrados en extorsión, en hurtos en todas las modalidades y en homicidios”. 
El vicealcalde de Gobernabilidad invitó a los ciudadanos a que cuando vean policías chateando o haciendo labores que no sean propias de su función, les tomen fotos y las envíen al correo luisf.suarez@medellin.gov.co. Esta dependencia estatal, asegura, tomará correctivos. 
Los ciudadanos también cuentan con un mecanismo que les permite hacer denuncias anónimas, se llama seguridad en línea, y es fácil encontrarlo tecleando seguridad en línea Medellín en el buscador de Google.

Tomado de elmundo.com

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