Proponer votar por Juan Manuel Santos
para la segunda vuelta presidencial, no es un equivalente a apoyar la
llamada “Unidad Nacional”, expresar esto es recurrir a una falacia
argumentativa pues no es posible confundir un “apoyo electoral táctico y
coyuntural”, con un guiño al modelo económico que todos sabemos,
representa el candidato presidente.
Senador Robledo, le escribo perplejo y
sin aun haber podido entender cómo es posible tener una lectura de
contexto tan equivocada como la que usted ha demostrado luego de los
resultados de las elecciones presidenciales del pasado domingo 25 de
mayo. Creo que esto me ha dado razón con la decisión que hace un tiempo
tomé de no volver a dar un voto por la tendencia que usted representa
dentro del Polo Democrático Alternativo.
Como muchos simpatizantes de la
izquierda en Colombia he tomado además la decisión de votar por el
candidato Juan Manuel Santos; creo como usted que el presidente
candidato no representa una alterativa al modelo económico implantado
hace ya mucho tiempo en Colombia, pero creo también que optar por la
opción del voto en blanco o la abstención tal como usted lo ha
propuesto, es una opción equivocada y a continuación paso a realizar
algunas observaciones sobre los argumentos que usted ha utilizado para
defender su posición.
1. ¿Proponer votar por Santos es equivalente a apoyar la llamada Unidad Nacional?
Evidentemente expresar esto es recurrir a
una falacia argumentativa. No es posible confundir un apoyo electoral
táctico y coyuntural con un guiño al modelo económico que todos sabemos,
representa Juan Manuel Santos. Al respecto quisiera recordarle que hace
no poco tiempo la tendencia política que usted representa, estuvo
intentando –no sé en qué terminó el intento- generar alianzas
coyunturales con industriales nacionales del sector automotriz con
ánimos de detener el TLC con Corea; nadie puede decir que es este sector
del empresariado nacional un gremio afín a los intereses de la clase
trabajadora, ni mucho menos que es un sector contrario al libre
comercio; pero sin duda en algunas ocasiones se hacen necesarias ciertas
concesiones de momento con el ánimo de evitar un mal mayor (y para el
caso que nos ocupa otro periodo de gobierno uribista sería un mal
infinitamente mayor).
2. ¿La disputa Santos-Zuluaga de hoy es equivalente a la disputa Santos-Mockus de hace 4 años?
Sin duda la discusión que hoy
enfrentamos recuerda a la discusión de hace 4 años sobre si para detener
a Santos era conveniente apoyar la candidatura de Antanas Mockus. En
efecto para ese entonces se enfrentaban en segunda vuelta dos
candidaturas que ni en la forma ni en el fondo demostraban diferencias;
ambos amigos del neoliberalismo con algunas posiciones progresistas en
especial en lo relativo a temas sociales. Sin embargo lo de hoy es
sustancialmente diferente en tanto que:
Primero: Está en juego un proceso de paz con la subversión (y acá nos tocará dejar orgullos y aceptar que nunca antes se ha estado tan cerca de un acuerdo de paz con las FARC).
Segundo: Estamos enfrentados al peligro
inminente del regreso de uno de los gobiernos más autoritarios que ha
tenido que soportar Colombia en toda su historia.
3. ¿Son Santos y Zuluaga lo mismo?
No está usted descubriendo algo nuevo
cuando dice que los dos candidatos en mención son representantes del
libre comercio, de la venta del país al gran capital y de la apropiación
del territorio nacional por parte de grandes empresas trasnacionales en
especial mineras; de hecho, en este último tema, sus posiciones como
Senador, antes que ser contrarias a la gran minería, han estado más
cercanas es a que las empresas paguen impuestos más altos.
Por otra parte es necesario señalar que
tanto Santos como Zuluaga representan la misma clase, pero no la misma
fracción de esta. El primero, representante de una burguesía urbana
hermana de la oligarquía tradicional con la cual por lo menos se puede
pensar en un incipiente proceso de reparación a las víctimas del
conflicto; y el segundo, representante del poder terrateniente
simpatizante histórico del paramilitarismo y enemigo acérrimo del
dialogo con todo lo que se oponga a sus intereses.
Que en lo económico son dos candidatos que representan el mismo modelo resulta una afirmación incontrovertible. Sin embargo hay algunos elementos de forma que deben ser razón suficiente para preferir entre los dos males, el mal menor. Solo basta recordar qué fue lo que vivimos como ciudadanos en oposición a las políticas gubernamentales en los 8 años de reinado del uribismo; en particular le recuerdo los ataques verbales y señalamientos que ponían en riesgo la vida de miembros de organizaciones sociales, sindicales, campesinas y del partido en el que usted aún milita, y en resumen de todo aquel que se atreviera a manifestar una idea contraria a la locura megalómana del entonces presidente. Ataques verbales que no respetaron si quiera el dolor de los familiares de las víctimas de los miles de crímenes de Estado sucedidos en esos 8 años nefastos (basta recodar dos casos emblemáticos: el primero, los señalamientos como guerrilleros contra los miembros de comunidad de paz de San José de Apartadó luego de la masacre de una familia entera por parte del ejército https://www.youtube.com/watch?v=smiv1prWc24 , o el intento de defensa de militares envueltos en casos de falsos positivos con la afirmación criminal de que sus víctimas estaban delinquiendo http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/10-2012-falsos-positivos-v%C3%ADctimas-no-recog%C3%ADan-caf%C3%A9.html).
Tanto usted como yo sabemos de los
efectos desastrosos del libre comercio que ambos candidatos defienden,
pero que el lenguaje oficial hacia la oposición hoy no sea el de
“exterminar al diferente” es para el caso colombiano un avance más que
significativo.
4. ¿Es lo económico lo fundamental en el momento?
Hace unos días decía un columnista que
las elecciones actuales más que esto, son un examen a la salud mental y
moral de los colombianos (http://www.elespectador.com/opinion/el-veneno-y-elecciones-columna-494021);
en efecto las elecciones del pasado 25 de mayo nos dan pistas que el
nivel de enceguecimiento entre la ciudadanía en Colombia empieza a
llegar a niveles preocupantes.
Como conocedor de la historia supongo
que usted sabe qué tipo de gobiernos se han instaurado cuando un
personaje envenenado por odios personales e intereses mezquinos empieza a
tener un nivel de credibilidad como la que hoy goza el expresidente. No
son estos tiempos de totalitarismos como los vividos en el siglo XX,
sin embargo la simpatía que la población colombiana empieza a demostrar
por la derecha más criminal ya adquiere un nivel que atemoriza. Lo que
está en juego hoy es la posibilidad de la vuelta del fascismo social
(así la expresión no sea técnicamente adecuada) que vivimos en los dos
periodos de gobierno uribista
5. ¿Votar por Santos es votar por la paz?
Con sorpresa he leído algunas de sus
últimas intervenciones en el sentido de que Juan Manuel Santos quiere,
con el argumento de un proceso de paz invitar a que votemos también por
su proyecto económico , inclusive sin sonrojo ha afirmado usted que lo
de la paz es “una carnada” (http://lasillavacia.com/historia/los-verdes-y-al-polo-la-paz-no-les-basta-47657
). Senador Robledo, creo que la posibilidad de un acuerdo de paz entre
guerrilla y Estado debe ser razón más que suficiente para preferir a el
hoy candidato presidente; si para el caso no quiere pensar en la
cantidad de muertos de más que pone cada día de conflicto armado, por lo
menos recuerde cómo la existencia de la guerrilla ha afectado
electoralmente a quienes hemos intentado hacer los cambios que requiere
Colombia mediante los mecanismos propios de la democracia procedimental.
Es momento de hacer a un lado mezquindades y entender que lo que está en juego hoy es la posibilidad de poner fin a más de cuatro décadas de enfrentamiento entre Estado y guerrilla, y que nunca antes Colombia había estado de cara a una posibilidad como estas. Ya el candidato del uribismo desde el mismo momento en que supo los resultados de la primera vuelta, reafirmó su intención de echar por la borda los avances obtenidos hasta el momento en la Habana y esto es algo que nadie con un poco de sentido común debe aceptar ni permitir.
Que tras un eventual nuevo periodo de
gobierno de Juan Manuel Santos vendrán más TLC y más privatización de
la salud y la educación es algo que no está en discusión; pero en
definitiva, la posibilidad de la finalización del conflicto entre las
FARC y el gobierno colombiano (posibilidad que estaría casi que
desechada con un triunfo del Centro Democrático) debe ser un motivo que
nos acoja a todos los que queremos vivir en un país mejor.
Por último
Senador Robledo espero sugiero desde mi
manera de ver, por favor rectifique su posición, no quiero que
posiciones como las suyas alejen aun más el sueño de una Colombia
distinta y mucho menos, empezar a sospechar que es otro de los
colombianos interesado en que la guerra se prolongue aún más .
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