17 de mayo de 2014

Maquiavelo, simple aprendiz

Tomado de El Mundo
Por Ramón Elejalde Arbeláez


Fue Nicolás de Maquiavelo un historiador, político y filósofo italiano que nació el 3 de mayo de 1469 y se le considera con Thomas Hobbes y Jean Bodin, uno de los padres del Estado moderno. Su obra más famosa es El Príncipe y en ella describe el sistema que un gobernante debe poner en práctica para adquirir y mantener el poder político.

Siempre afirmó que los gobernantes deberían preocuparse solamente del poder y rodearse de quienes le garanticen el éxito en sus actuaciones políticas. Pasó a la historia como un hombre cínico, que recomendaba manipular las situaciones para que el gobernante pudiera adquirir o mantener el poder. La historia acuñó la palabra maquiavélico para señalar al personaje marrullero, manzanillo, hábil y habilidoso para lograr sus objetivos y mantenerse siempre vigente en la política.



Indudablemente es el doctor Álvaro Uribe un alumno aventajado de Maquiavelo. Es indudablemente un monstruo en la política y menospreciarlo es el primer error que solemos cometer quienes no compartimos sus tesis. Se afirma que Álvaro Uribe es cínico: claro que lo es. Cuando sucedió el hallazgo de la fiscalía de una oficina presumiblemente encargada de espiar a los negociadores de la paz en La Habana y de mantener las redes sociales inundadas de mensajes negativos del candidato Presidente, Juan Manuel Santos y por consiguiente de violar varios artículos del Código Penal, pues todos creímos que había llegado el final de la candidatura de Oscar Iván Zuluaga. No fue así. Uribe retomó una denuncia del periodista Daniel Coronell, quien a su vez la había rescatado de una declaración que desde el año anterior había proferido un narcotraficante. Decía el señor….  en una declaración judicial que había pedido el auxilio de J. J. Rendón y otras personas para proponer al presidente Santos un proceso de sometimiento a la justicia y ponerle fin al narcotráfico y que por esta intermediación los narcos habían pagado la suma de 12 millones de dólares. De esa denuncia el candidato presidente salió inicialmente indemne, hasta cuando Uribe Vélez y sus más cercanos amigos armaron la historieta poco creíble de que parte de esos millones de dólares habían parado en la campaña del presidente Santos. Ha sido tan vehemente la posición de Juan Manuel Santos y los líderes de su anterior campaña en rechazar la afirmación y en retar a Uribe a que muestre las pruebas y tan débil, folclórica y manipuladora las respuestas del expresidente, que un ciudadano sensato termina por creer que todo esto no pasa de ser un chisme, un episodio más de una campaña sucia contra Santos. Pues no. Álvaro Uribe ha manejado tan bien los medios y la información que ha logrado mantener la atención fija en él y no en Oscar Iván Zuluaga que ha logrado salir indemne del incidente de la historia tenebrosa del hacker.  Es más, logró sacar de escena a J. J Rendón, campeón e iniciador en Colombia de las campañas sucias.

En esa labor desinformadora y manipuladora de la opinión pública, que sumisa le cree en su mayoría, Uribe ya había sido sorprendido en una mentira de calibre mayor: Afirmó bajo la gravedad del juramento, en versión filmada, que Germán Vargas Lleras lo buscó después del atentado que sufrió hace algunos años para señalar como autor del mismo al ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos, cuando la verdad es que por la época de esos hechos Santos no ocupaba ese ministerio.
Propongo que en Colombia a los ansiosos del poder, a los que acuden a todo por lograrlo o por mantenerlo, no los llamemos más maquiavélicos. Es mejor denominarlos uribistas.

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