A todos los demócratas del país nos debe llenar de júbilo el anuncio que ha hecho el presidente Juan Manuel Santos, sobre el inicio de conversaciones con las FARC (las cuales podrían extenderse al ELN) en procura de ponerle fin a tal conflicto que en sus casi cincuenta años de existencia tan solo ha dejado muerte, desolación en el campo, daños a la infraestructura del país, secuestro, despojo de tierra, desplazamiento forzado de indígenas y campesinos, deterioro de la agricultura, aparición de organizaciones paramilitares y generalización de la violencia política a lo largo del país. No es exagerado afirmar que la guerrilla tiene una deuda moral con la población civil colombiana ya que todos los colombianos y colombianas en alguna medida hemos sido víctimas de tan degradado conflicto armado y, por ello, nos sumamos al regocijo nacional por el mencionado anuncio.
No obstante, consideramos que por la complejidad del tema, los altos niveles de incertidumbre que genera la posibilidad de lograr tan anhelado fin, deben hacerse los esfuerzos necesarios por concretar una agenda viable de negociación que interprete el sentir del pueblo colombiano, que conduzca a reducir la violencia que nos azota, lo cual debería plasmarse en un pronto cese al fuego, ponerle fin a las acciones criminales contra la población civil, dejar de secuestrar, dejar de reclutar niños y niñas, terminar con las minas antipersonal y no dinamitar más torres de energía, en general, cesar todas las acciones terroristas. Además, la agenda debe estar enmarcada en los principios universales de justicia transicional los cuales deben prevalecer en ese tipo de negociaciones y la reparación a las victimas debe ocupar un lugar central.
Recomendamos que así como se están dando acercamientos con la guerrilla, el diálogo también se debe sostener con las organizaciones de la sociedad civil, en particular con las víctimas del conflicto armado, los trabajadores, los intelectuales, los indígenas, los estudiantes, entre otros.
En esta misma dirección, la sociedad civil debe ser generosa y estar dispuesta a perdonar en la medida que exista expresa voluntad de parte de las FARC de reintegrase a la vida ciudadana, reconozca sus desmanes y no sea desmesurada en cuanto a los posibles beneficios que tal negociación les pueda significar. El parte de tranquilidad parcial que a los colombianos nos puedan deparar los resultados de la negociación, contribuirá a develar los factores estructurales que han venido determinando los otros tipos de violencia de la que es víctima la amplia mayoría de la población y que se tendrán que superar por la vía democrática para lograr una verdadera y duradera paz en nuestra afligida nación.
Debemos rodear de manera efectiva el proceso que se inicia y desenmascarar las intenciones de quienes pugnan por continuar por la senda de la guerra.
Partido Alianza Social Independiente
Movimiento Progresista de Antioquia
Movimiento Centro Independiente
Movimiento El Poder de la Gente.
Medellín, Agosto 29/2012
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